Hola,... Los vientos huracanados del Atlántico eran un verdadero azote para aquella región, en la cual las cosechas eran abundantes y los ganados crecían fuertes y sanos. Todo era paz y tranquilidad mientras no soplasen los vientos huracanados. Antonio, el dueño de la granja, necesitaba trabajadores para la época de las cosechas y contrató a muchos, pero todos ellos en la época de los grandes vientos tenían miedo y se iban. Un día llegó a la granja un hombre muy chiquito, flaco y un poquito pasado de edad, sobre todo pensando en los duros trabajos del campo. Antonio lo miró y le dijo: ¿Qué desea? El hombre le contestó: -Tengo entendido que usted está buscando operarios para su granja y yo quisiera ser uno de ellos, ¿me puede aceptar? Antonio se quedó observándolo y le preguntó: -¿Usted sabe de los fuertes vientos de esta región, que azotan nuestros campos y hacen correr peligro a nuestros ganados y a nuestras cosechas? -Por supuesto que sí, le contestó el hombre, pero mi cualidad principal es que yo “DUERMO TRANQUILO CUANDO EL VIENTO SOPLA”. Antonio no entendió mucho esta frase; lo aceptó en su granja y pasadas algunas semanas se dio cuenta de que aquel frágil hombre era una auténtica máquina de trabajo, “pura fibra”. Una noche comenzaron a soplar los vientos del Atlántico y Antonio -que sabía la que se venía- se levanta, toma la linterna, baja al primer piso, se acerca al operario -éste por supuesto dormía plácidamente en su cama- y le toca en el hombro; el operario se da media vuelta y pregunta qué es lo que está pasando. Antonio le dice: -Levántate rápido, nos queda una gran tarea porque están viniendo fuertes vientos del Atlántico. El hombre le contestó: -Ya le comenté que “PUEDO DORMIR TRANQUILO CUANDO EL VIENTO SOPLA”, nuevamente se dio media vuelta y siguió durmiendo. A Antonio no le quedó otra que correr hacia el granero, hacia el establo,… pero sorprendido descubrió que todos los montículos de heno estaban cubiertos con carpas, las vacas en los graneros, las gallinas en sus gallineros, las puertas bien aseguradas con varas, las ventanas cerradas… Todo en orden, asegurado y atado. ¡Nada iba a volar con el viento! El granjero, por fin, entendió lo que quiso decir su empleado; volvió a su cama para dormir tranquilo mientras el viento soplaba. Es tiempo de Cuaresma y, hoy, la Palabra de Dios en el Evangelio nos habla de un agua que la Samaritana negaba dársela a Jesús hasta que Él le dijo: -“El valor de esta agua es temporal, el agua que Yo te puedo dar es eterna”. ¡Cuán importante es en nuestras vidas fundamentar nuestra fe y beber de las fuentes de Cristo para resistir los embates de la vida! Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
Afronta los retos de la vida.
Hola,... Por supuesto que no he olvidado que estamos en un tiempo que la Iglesia nos prepara para que, desde nuestro interior, vivamos un camino de conversión.
Sabia es aquella persona que, reconociendo sus errores, pone “manos a la obra”; y conociendo sus virtudes logra que éstas alcancen el grado máximo.
Hace unos momentos, antes de ponerme a escribir estas líneas, estuve hablando con mi madre y, justo al colgar el teléfono, se me vino a la memoria una frase que ella usaba mucho, al igual que yo, de niño, escuché a muchas otras personas: “GUARDA PAN PARA MAYO”. Esa expresión explica que cada uno de nosotros debemos proveernos de lo necesario para afrontar los peligros de la vida... Es natural que la vida moderna conlleva a muchos peligros, muchas situaciones comprometedoras, muchos momentos verdaderamente angustiosos y aquí no es cuestión de bajarse del ómnibus y decir “ya no sigo el camino”, porque la vida continúa y en muchos casos es peor quedarse detenido ante los problemas, que avanzar en medio de la tormenta, pero sabiendo hacia dónde nos dirigimos.
Lee esta historia: En la Costa Atlántica de los Estados Unidos hay una zona destinada a la agricultura y en ella hay varios caseríos o granjas que se dedican al cultivo de los productos de “pan llevar” y de ganadería. Pero en esta zona, cercana al Océano Atlántico, hay fuertes ventoleras, las cuales pueden provocar destrucciones masivas como levantar tejados, arrastrar por kilómetros los fajos de hierba e, incluso, destruir los sembríos…
Un granjero había entrevistado a muchos jornaleros, pero poco era el tiempo que duraban en la granja por las inconveniencias climatológicas que allí se vivían. Un día se le acerca un hombre de baja estatura y de contextura delgada -pasados ya los cuarenta años-; cuando el granjero lo vio, le preguntó si tenía experiencia trabajando en granjas y esta fue la respuesta que le dio: “PUEDO DORMIR CUANDO EL VIENTO SOPLA”.
La verdad es que el granjero -como dicen- se quedó en la calle sin entender lo que esta frase significa, pero, como buena gente, le dijo a aquel diminuto y escuálido hombre: -Quédate a trabajar en la granja. El hombre era diligente, trabajaba bien, de sol a sol… y la verdad es que el granjero estaba encantado de su labor.
Un día sucedió algo terrible. Era de noche, el viento comenzó a soplar fuertemente, los árboles se batían llegando a resquebrajarse algunas ramas y en eso el granjero saltó de la cama, agarró su linterna y corrió hacia donde estaba su empleado; lo despertó gritándole: -Levántate, viene una tormenta, ata las cosas antes de que salgan volando.
El pequeño hombre se dio media vuelta en su cama y exclamó con firmeza: -Señor, yo le dije que “podía dormir cuando el viento sopla”.
La historia continúa y, tú y yo, nos comprometemos a encontrarnos el siguiente domingo en esta misma esquina.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
Sabia es aquella persona que, reconociendo sus errores, pone “manos a la obra”; y conociendo sus virtudes logra que éstas alcancen el grado máximo.
Hace unos momentos, antes de ponerme a escribir estas líneas, estuve hablando con mi madre y, justo al colgar el teléfono, se me vino a la memoria una frase que ella usaba mucho, al igual que yo, de niño, escuché a muchas otras personas: “GUARDA PAN PARA MAYO”. Esa expresión explica que cada uno de nosotros debemos proveernos de lo necesario para afrontar los peligros de la vida... Es natural que la vida moderna conlleva a muchos peligros, muchas situaciones comprometedoras, muchos momentos verdaderamente angustiosos y aquí no es cuestión de bajarse del ómnibus y decir “ya no sigo el camino”, porque la vida continúa y en muchos casos es peor quedarse detenido ante los problemas, que avanzar en medio de la tormenta, pero sabiendo hacia dónde nos dirigimos.
Lee esta historia: En la Costa Atlántica de los Estados Unidos hay una zona destinada a la agricultura y en ella hay varios caseríos o granjas que se dedican al cultivo de los productos de “pan llevar” y de ganadería. Pero en esta zona, cercana al Océano Atlántico, hay fuertes ventoleras, las cuales pueden provocar destrucciones masivas como levantar tejados, arrastrar por kilómetros los fajos de hierba e, incluso, destruir los sembríos…
Un granjero había entrevistado a muchos jornaleros, pero poco era el tiempo que duraban en la granja por las inconveniencias climatológicas que allí se vivían. Un día se le acerca un hombre de baja estatura y de contextura delgada -pasados ya los cuarenta años-; cuando el granjero lo vio, le preguntó si tenía experiencia trabajando en granjas y esta fue la respuesta que le dio: “PUEDO DORMIR CUANDO EL VIENTO SOPLA”.
La verdad es que el granjero -como dicen- se quedó en la calle sin entender lo que esta frase significa, pero, como buena gente, le dijo a aquel diminuto y escuálido hombre: -Quédate a trabajar en la granja. El hombre era diligente, trabajaba bien, de sol a sol… y la verdad es que el granjero estaba encantado de su labor.
Un día sucedió algo terrible. Era de noche, el viento comenzó a soplar fuertemente, los árboles se batían llegando a resquebrajarse algunas ramas y en eso el granjero saltó de la cama, agarró su linterna y corrió hacia donde estaba su empleado; lo despertó gritándole: -Levántate, viene una tormenta, ata las cosas antes de que salgan volando.
El pequeño hombre se dio media vuelta en su cama y exclamó con firmeza: -Señor, yo le dije que “podía dormir cuando el viento sopla”.
La historia continúa y, tú y yo, nos comprometemos a encontrarnos el siguiente domingo en esta misma esquina.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
Hola,... En este momento recuerdo con mucho afecto las generosas y sabias palabras que nuestro buen amigo, el “loco de la colina”, me acaba de comentar. Vayamos por partes: Todas las mañanas, muy temprano, cruzo el jardín de mi casa y me dirijo hacia un lugar en el cual guardo mi bicicleta. En esta oportunidad el “loco de la colina” me pidió que lo escuchara y desde sus palabras, siempre sabias y aleccionadoras, pudiera yo compartirlas contigo. Tomé nota y, hoy, estas frases te las transcribo:
- La historia de todo hombre está escrita en el corazón de su madre.
- Si quieres ver el arco iris tienes que soportar la lluvia.
- El que ama es como el árbol que cubre de flores la mano que lo sacude.
- El hombre no muere cuando deja de vivir, pero sí cuando deja de amar.
- No existe viento favorable para el marinero que no sabe a dónde ir.
- El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.
- Cuando se ama, la cuestión no es amar más, sino amar mejor.
- Los hermanos pueden no ser amigos, pero un amigo siempre será un hermano.
- Una persona alegre es bálsamo para los demás.
- Puedes olvidar a aquel con quien has reído, pero no a aquel con el que has llorado.
- Los grilletes de oro son mucho más dolorosos que los de hierro.
- Sabes que cuando uno es amigo de sí mismo, lo es también de todo el mundo.
- A la cima no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo.
- En la vida hay algo peor que el fracaso, el no haber intentado nada.
- La verdadera educación es la que te ayuda a obtener lo mejor de ti mismo.
- El bosque sería muy triste si sólo cantasen los pájaros que mejor lo hacen.
- No es sólo el paisaje lo que te pierdes cuando vas demasiado de prisa.
- De las flores esperamos que tengan perfume, de los hombres educación.
- Si admiras el vuelo de los pájaros, acabarás teniendo alas.
- Si quieres ver el arco iris tienes que soportar la lluvia.
- El que ama es como el árbol que cubre de flores la mano que lo sacude.
- El hombre no muere cuando deja de vivir, pero sí cuando deja de amar.
- No existe viento favorable para el marinero que no sabe a dónde ir.
- El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional.
- Cuando se ama, la cuestión no es amar más, sino amar mejor.
- Los hermanos pueden no ser amigos, pero un amigo siempre será un hermano.
- Una persona alegre es bálsamo para los demás.
- Puedes olvidar a aquel con quien has reído, pero no a aquel con el que has llorado.
- Los grilletes de oro son mucho más dolorosos que los de hierro.
- Sabes que cuando uno es amigo de sí mismo, lo es también de todo el mundo.
- A la cima no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo.
- En la vida hay algo peor que el fracaso, el no haber intentado nada.
- La verdadera educación es la que te ayuda a obtener lo mejor de ti mismo.
- El bosque sería muy triste si sólo cantasen los pájaros que mejor lo hacen.
- No es sólo el paisaje lo que te pierdes cuando vas demasiado de prisa.
- De las flores esperamos que tengan perfume, de los hombres educación.
- Si admiras el vuelo de los pájaros, acabarás teniendo alas.
Todo esto me lo comentaba mi amigo el “loco de la colina” y, como te he comentado en más de una oportunidad, siento en este hombre un toque de la divinidad que hace que las cosas humanas trasciendan hacia el cielo; al mismo tiempo que las cosas del cielo, nuestro buen amigo las convierte en humanas.
La última frase, como todas las anteriores, guarda una relación muy sustancial con aquello que los humanos decimos que son nuestros sueños y, de la misma manera, que somos lo que soñamos; también pensamos que si adquirimos el vuelo de los pájaros, acabaremos como ellos teniendo alas y, al igual que los pájaros, podremos surcar el océano de la vida sin aquellos contratiempos que tienen las personas que sólo ven cada día sus problemas y sus dificultades y, enredándose en ellos, no son capaces de avanzar.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
La Caja de Pandora
Hola,... Los dioses estaban “que echaban chispas”; el más molesto de todos, por supuesto, era Zeus, quien preguntando a los demás dioses y preguntándose a sí mismo cómo era posible que en la tierra los seres humanos pudiesen ser tan felices. Alguno de los dioses presentes le sugirió a Zeus que enviase a la tierra a una princesa, la cual se enamoraría de uno de los habitantes del planeta y convertiría a la humanidad en un auténtico caos.
Zeus, el rey de los dioses, se sintió satisfecho ante aquella sugerencia y reuniendo a las más bellas princesas del reino, escogió a una de ellas llamada Pandora, a quien le dio una misión específica: -Id a la tierra y cásate con un humano. Antes de partir ella al planeta tierra, el dios Zeus le hizo un presente. -Toma, le dijo a Pandora, esta caja la llevarás contigo como regalo, pero eso sí, nunca, te lo repito, nunca se te ocurra abrirla.
Pandora partió hacia la tierra y a las pocas horas conoció a Epimeteo, el cual, dentro de unos días, le pidió la mano para casarse con ella. Epimeteo veía cómo Pandora llevaba la caja de un sitio para otro sin desprenderse de ella, hasta que un día le pregunta: -¿Por qué cargas día y noche con esa caja de un sitio para otro? Pandora le contestó: -Zeus me la dio, me recomendó que la cuidase, pero eso sí, que nunca jamás se me ocurriera abrirla. Epimeteo le dijo: -Entonces, prométeme también que nunca abrirás la caja, podría traernos muchos problemas.
A partir de aquel día, Pandora tomó la caja y la colocó en uno de los armarios, al fondo de los cajones, para no sucumbir en la tentación de querer abrirla. Y así pasaron meses e, incluso, hasta un año, pero su curiosidad pudo más que el compromiso que le hizo a Zeus y a Epimeteo -su esposo-. Y en una soleada mañana del mes de mayo, alrededor del día 8, Pandora entró a su aposento, se dirigió decidida a su closet, lo abrió, trajo hacia sí la caja de Zeus, pero… ella era una mujer de palabra y honraba su compromiso a Dios, a los dioses y a su esposo Epimeteo; no obstante, su curiosidad era tan grande y había transcurrido ya tanto tiempo, que pensó que su palabra dada a Zeus y a Epimeteo podría muy bien ser superada y abriría la tapa de la caja que tenía, en esos momentos, en sus manos, por cuestión de décima de segundo.
Levantó la tapa y con un grito intentó cerrarla nuevamente, pero fue demasiado tarde. De la caja salió un enjambre de criaturas de aspecto horrible, eran la ira, la codicia, el odio, la crueldad, la vejez, la enfermedad, el miedo, la envidia… y otras muchas más. Se esparcieron por todos los rincones del mundo. Pandora estaba triste, había perdido la batalla, meditaba con profundo dolor y oyó un leve susurro que salía de la caja; la observó, abrió la tapa y de ella salió lo último que quedaba, era un hermoso pájaro de alas brillantes. -Yo soy la esperanza, le dijo, y quiero extenderme por todo el mundo; si bien es verdad que en el mundo hay tribulaciones, también estoy a la par para superar cualquier inconveniente.
Recuerdo la frase del domingo pasado, escrita en la pista atlética del circuito del Pentagonito: “Nothing is impossible”- “Nada es imposible”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
Zeus, el rey de los dioses, se sintió satisfecho ante aquella sugerencia y reuniendo a las más bellas princesas del reino, escogió a una de ellas llamada Pandora, a quien le dio una misión específica: -Id a la tierra y cásate con un humano. Antes de partir ella al planeta tierra, el dios Zeus le hizo un presente. -Toma, le dijo a Pandora, esta caja la llevarás contigo como regalo, pero eso sí, nunca, te lo repito, nunca se te ocurra abrirla.
Pandora partió hacia la tierra y a las pocas horas conoció a Epimeteo, el cual, dentro de unos días, le pidió la mano para casarse con ella. Epimeteo veía cómo Pandora llevaba la caja de un sitio para otro sin desprenderse de ella, hasta que un día le pregunta: -¿Por qué cargas día y noche con esa caja de un sitio para otro? Pandora le contestó: -Zeus me la dio, me recomendó que la cuidase, pero eso sí, que nunca jamás se me ocurriera abrirla. Epimeteo le dijo: -Entonces, prométeme también que nunca abrirás la caja, podría traernos muchos problemas.
A partir de aquel día, Pandora tomó la caja y la colocó en uno de los armarios, al fondo de los cajones, para no sucumbir en la tentación de querer abrirla. Y así pasaron meses e, incluso, hasta un año, pero su curiosidad pudo más que el compromiso que le hizo a Zeus y a Epimeteo -su esposo-. Y en una soleada mañana del mes de mayo, alrededor del día 8, Pandora entró a su aposento, se dirigió decidida a su closet, lo abrió, trajo hacia sí la caja de Zeus, pero… ella era una mujer de palabra y honraba su compromiso a Dios, a los dioses y a su esposo Epimeteo; no obstante, su curiosidad era tan grande y había transcurrido ya tanto tiempo, que pensó que su palabra dada a Zeus y a Epimeteo podría muy bien ser superada y abriría la tapa de la caja que tenía, en esos momentos, en sus manos, por cuestión de décima de segundo.
Levantó la tapa y con un grito intentó cerrarla nuevamente, pero fue demasiado tarde. De la caja salió un enjambre de criaturas de aspecto horrible, eran la ira, la codicia, el odio, la crueldad, la vejez, la enfermedad, el miedo, la envidia… y otras muchas más. Se esparcieron por todos los rincones del mundo. Pandora estaba triste, había perdido la batalla, meditaba con profundo dolor y oyó un leve susurro que salía de la caja; la observó, abrió la tapa y de ella salió lo último que quedaba, era un hermoso pájaro de alas brillantes. -Yo soy la esperanza, le dijo, y quiero extenderme por todo el mundo; si bien es verdad que en el mundo hay tribulaciones, también estoy a la par para superar cualquier inconveniente.
Recuerdo la frase del domingo pasado, escrita en la pista atlética del circuito del Pentagonito: “Nothing is impossible”- “Nada es imposible”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!
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