La Caja de Pandora



Hola,... Los dioses estaban “que echaban chispas”; el más molesto de todos, por supuesto, era Zeus, quien preguntando a los demás dioses y preguntándose a sí mismo cómo era posible que en la tierra los seres humanos pudiesen ser tan felices. Alguno de los dioses presentes le sugirió a Zeus que enviase a la tierra a una princesa, la cual se enamoraría de uno de los habitantes del planeta y convertiría a la humanidad en un auténtico caos.
Zeus, el rey de los dioses, se sintió satisfecho ante aquella sugerencia y reuniendo a las más bellas princesas del reino, escogió a una de ellas llamada Pandora, a quien le dio una misión específica: -Id a la tierra y cásate con un humano. Antes de partir ella al planeta tierra, el dios Zeus le hizo un presente. -Toma, le dijo a Pandora, esta caja la llevarás contigo como regalo, pero eso sí, nunca, te lo repito, nunca se te ocurra abrirla.
Pandora partió hacia la tierra y a las pocas horas conoció a Epimeteo, el cual, dentro de unos días, le pidió la mano para casarse con ella. Epimeteo veía cómo Pandora llevaba la caja de un sitio para otro sin desprenderse de ella, hasta que un día le pregunta: -¿Por qué cargas día y noche con esa caja de un sitio para otro? Pandora le contestó: -Zeus me la dio, me recomendó que la cuidase, pero eso sí, que nunca jamás se me ocurriera abrirla. Epimeteo le dijo: -Entonces, prométeme también que nunca abrirás la caja, podría traernos muchos problemas.
A partir de aquel día, Pandora tomó la caja y la colocó en uno de los armarios, al fondo de los cajones, para no sucumbir en la tentación de querer abrirla. Y así pasaron meses e, incluso, hasta un año, pero su curiosidad pudo más que el compromiso que le hizo a Zeus y a Epimeteo -su esposo-. Y en una soleada mañana del mes de mayo, alrededor del día 8, Pandora entró a su aposento, se dirigió decidida a su closet, lo abrió, trajo hacia sí la caja de Zeus, pero… ella era una mujer de palabra y honraba su compromiso a Dios, a los dioses y a su esposo Epimeteo; no obstante, su curiosidad era tan grande y había transcurrido ya tanto tiempo, que pensó que su palabra dada a Zeus y a Epimeteo podría muy bien ser superada y abriría la tapa de la caja que tenía, en esos momentos, en sus manos, por cuestión de décima de segundo.
Levantó la tapa y con un grito intentó cerrarla nuevamente, pero fue demasiado tarde. De la caja salió un enjambre de criaturas de aspecto horrible, eran la ira, la codicia, el odio, la crueldad, la vejez, la enfermedad, el miedo, la envidia… y otras muchas más. Se esparcieron por todos los rincones del mundo. Pandora estaba triste, había perdido la batalla, meditaba con profundo dolor y oyó un leve susurro que salía de la caja; la observó, abrió la tapa y de ella salió lo último que quedaba, era un hermoso pájaro de alas brillantes. -Yo soy la esperanza, le dijo, y quiero extenderme por todo el mundo; si bien es verdad que en el mundo hay tribulaciones, también estoy a la par para superar cualquier inconveniente.
Recuerdo la frase del domingo pasado, escrita en la pista atlética del circuito del Pentagonito: “Nothing is impossible”- “Nada es imposible”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana ¡Que Dios nos bendiga!

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