Hola... El domingo pasado, muy temprano, me acerqué al kiosco que está en la esquina de mi casa. Don Antonio, Gerente General del kiosco, mi amigo de muchos años, me esperaba sonriente como siempre; le pregunté cómo estaba el Perú y el mundo. Me contestó que la respuesta la tenía ante mí ofreciéndome todos los periódicos. Recogí mi “Expreso” y me dirigí a casa.
Ante miles de noticias, en un privilegiado lugar del Diario, estaban las líneas que cada domingo me sirven para comunicarme contigo.
En el periódico hay informes de todos los calibres; sin embargo, en este domingo quisiera comunicarte la noticia más grande que jamás haya sucedido en la historia de la humanidad: “¡CRISTO HA RESUCITADO!”. Cristo vive en la historia del hombre y el hombre será plenamente feliz si vive en la historia de Cristo Jesús.
Las primeras Comunidades Cristianas, que son los fundamentos de nuestra actual Iglesia, las configuraron hombres y mujeres que “VIERON AL RESUCITADO”.
No nace la Iglesia en despachos o en mítines de líderes cautivantes, sino que nace desde la experiencia de hombres y mujeres que vieron al “RESUCITADO”, comenzando por aquél que lo negó tres veces, siguiendo por aquellos que de lejos vieron el sacrificio de su Maestro. Pero también el “RESUCITADO” estaba en el corazón de quienes no se apartaron ni un solo instante de Él.
Lo importante es el presente y el futuro; ver a Cristo y vivir a Cristo. En la inmensa mayoría de los casos lo vivieron hasta el sacrificio y la entrega de sus vidas por Dios.
No son tiempos fáciles los que vivimos en la Iglesia. Recuerdo de manera especial un pasaje del Evangelio en el cual Jesús, con algunos de sus discípulos - por supuesto que estaban Pedro y Andrés- subieron a la barca y fueron mar adentro. Yo he estado allí, era un atardecer de setiembre del año pasado y en una barca diez veces más grande que aquella en la que estuvo Jesús, pude sentir el pánico de lo que significa el oleaje en un mar de la Galilea que aparenta apacible en la orilla, pero cuando uno ingresa varios metros, sientes que la barca podría naufragar. Por ello, pienso cómo en aquel momento el temor se apoderó de los discípulos y eso que ellos estaban curtidos en su mar. Es a Pedro a quien le dicen:
-Despierta al Maestro, que nos hundimos. Pedro se le acerca, lo despierta y Jesús les dice: -¡Hombres de poca fe, no tengáis miedo!
La barca no se hundió. Cristo ha resucitado. ¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario