Santiago de Compostela

Hola... Recién llego a la ciudad de Vigo.
Como te comentaba el domingo pasado, era obligatorio ir a Santiago de Compostela y al menos realizar por el Camino de Santiago el último recorrido, o los últimos kilómetros que nos acercan a la imponente Basílica de Piedra, en la cual se guardan celosamente los restos que la tradición ubica de uno de los Apóstoles más cercanos de Jesús, hermano de Juan, hijo de Zebedeo y cuyo nombre es Santiago el Mayor.
Este Año de Jubileo y es Año Santo porque cada 25 de julio, si esta fecha cae en domingo, la Iglesia propone a los cristianos indulgencias para aquellos que, desde los diferentes lugares del mundo, llegan a postrarse ante la tumba del Apóstol Santiago.
Te contaré que en este año el número de peregrinos, hasta hoy, se ha triplicado y quizá más que en los años anteriores. En algún momento te contaré con lujo de detalles cuál es la historia o historias que se han escrito sobre el camino milenario del Apóstol Santiago.
El Año Jubilar Compostelano se celebró con solemnidad por primera vez en el año 1182. La peregrinación era y debe ser un espacio de libertad en el que se busca la fe y la amistad fraterna, es “UN CAMBIO DE VIDA”. El Jubileo Compostelano viene a ser una indulgencia plenísima, concedida con más solemnidad, por el modo y augustas ceremonias con que se celebra. Se gana comulgando y orando ante el Santo Apóstol, en su Altar de la Basílica, por las intenciones del Padre Santo y queda en el peregrino la libertad de rezar aquellas que crea más conveniente.
Hace unas horas acabo de llegar de Santiago de Compostela; al transcribirtAñadir imagene estas líneas narro en ellas las emociones vividas y las horas de espera antes de pasar por la Puerta Santa y lograr llegar a la estatua de cobre del Santo, la cual ha sido abrazada por reyes, príncipes, magnates y, por supuesto, por el Santo Padre recordando a Juan Pablo II y para el mes de noviembre ya está anunciado por todos los lugares por los que he pasado: llegará como peregrino de Roma a este santo lugar el Papa Benedicto XVI.
Como veo que el tiempo es breve, antes de que se me olvide, te informo que puedes entrar a esta página web: www.crtvg.es/camweb/ y en ella verás, con cámaras en tiempo real, los acontecimientos que suceden tanto dentro como fuera de la Basílica del Apóstol Santiago.
Seguiré contándote esta historia el próximo domingo, pero en este espacio que me queda quiero recordarte que el jueves, 26 de agosto, se celebraron los 100 años del nacimiento de la Madre Teresa de Calcuta. En mi caso, el viernes mi padre cumplió 80 años y ayer, sábado, la Iglesia recordó al más santo de los sabios y al más sabio de los santos, que fue San Agustín. Al mismo tiempo, te hago presente que ya nos quedan muy pocas plazas para la peregrinación que vamos a realizar en octubre a Bogotá (Divino Niño) y a México (Virgen de Guadalupe). Llámanos a los teléfonos: 444-9393 y 717-5555.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

Sinfonía de Belleza

Hola... Tres son las semanas que han transcurrido donde, con la gracia de Dios y la compañía de mi familia, estoy disfrutando de estos apacibles días a la orilla del Río Órbigo que con sus cristalinas aguas riega la fértil ribera que lleva su nombre. Uno de los productos que más se cultiva es el lúpulo y además hay una abundante ganadería.
Hace unos domingos te comenté que, acompañado de mis sobrinos Pablo y Patricia, fuimos, en la noche, a ver la Catedral de León iluminada, pero con unas características extraordinariamente bellas.
Te cuento: Eran alrededor de las doce de la noche cuando, acompañado de un ingente número de personas, ingresamos a la plaza de la Catedral; ésta se ve imponente, piedra y vitrales en una sinfonía de belleza. El conjunto de luces externas matizan la hermosura de su construcción; al mismo tiempo que los colores de la piedra contrastan con los colores de los vitrales. A las doce de la noche en punto, todas las luces exteriores se apagan, al igual que las luces de los edificios circundantes: Palacio Episcopal, Seminario Mayor y tiendas varias que circundan la plaza. Unas farolas que están en el centro son las únicas que quedan encendidas y una suave música gregoriana inunda el ambiente. El silencio es cuasi sepulcral. En el interior de la Catedral se distinguen unos destellos de luz que paulatinamente van adquiriendo un hermoso brillo. Aquello parece un encantamiento, la luz, la música, el silencio, la noche, la multitud... Para todas las edades el espectáculo es admirable, niños, adolescentes y jóvenes, maduros y ancianos; no existe edad para poder disfrutar de esos momentos mágicos.
Ciertamente uno sabe que es la Catedral de León, pero en ese instante de total luminosidad interior, cualquiera podría pensar que algo del más allá se ha colocado delante de nuestros ojos para que su imagen quede imborrable en el tiempo y, por supuesto, para la eternidad.
Es cierto que muchas veces nos ha sucedido que hemos visto maravillas de la naturaleza, pero por ser tantas veces repetidas posiblemente hayan fugado de nuestro recuerdo; sin embargo, lo que acabo de contarte no es sino una gota de agua en el océano de belleza que allí puedes vivir.
En esta semana estoy partiendo para la ciudad de Vigo, la cual se encuentra ubicada a muy pocos kilómetros de la ciudad de Santiago de Compostela; es por ello que nuestra crónica nacerá en las entrañas del Año Santo Compostelano.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

Nuestra Madre, la Virgen

Hola... El domingo pasado me despedía de este lugar especial de la historia personal de mi vida, que es el pueblo donde nací: León, España. A la vez, hoy estamos celebrando una de las Fiestas de Nuestra Madre, la Virgen, como es la “Fiesta de la Asunción a los Cielos”, Fiesta de Glorificación, de quien desde la humildad de una “esclava” aceptó el reto del más grande acontecimiento que jamás haya sucedido en la Historia de la Salvación: LA MATERNIDAD DEL HIJO DE DIOS.
Te cuento, a ti que estás leyendo estas líneas el mismo 15 de agosto y yo lo estoy mandando a Lima con unos días de antelación, que recuerdo nítidamente cómo fueron en mis años de niño y de adolescente, ir a un pueblo que está a dos kilómetros del mío cuyo nombre es Llamas de la Ribera, en donde se celebraba solemnemente la “Fiesta de la Virgen”. Si bien es verdad que siendo niño y acompañado de mis amigos del pueblo, no teníamos en mente el alcance de esta Fiesta, sin embargo la recuerdo con gran afecto, ya que tanto la Misa Solemne como la Procesión posterior con la imagen de la Virgen por el pueblo son, para mí, momentos imborrables.
Conocer mi fe a lo largo de los años me ha llevado a relacionarme con profesores, tratados, ponencias... cuya brillantez es indudable para acercarme a los puntos básicos que configuran el misterio de nuestra fe; no obstante son esos pequeños gestos vividos de niño, esas misas solemnes y procesiones cuyo fervor se dibujaba claramente en el rostro de aquellos que, para mí, eran “la gente mayor del pueblo”, pero que representan el fundamento vivencial de mi fe.
Yo sé que estás esperando que te cuente cómo nos fue a mis sobrinos y a mí en la visita que hicimos durante la noche del día pasado a la Catedral de León, pero no te preocupes porque conociendo el afecto que me tienes y sabiendo, también, que nuestros encuentros dominicales en esta columna son fieles, sabes muy bien que en cualquier momento te seguiré relatando esa y otras experiencias que estoy viviendo durante este mes de agosto, aquí en el pueblo que me vio nacer.
Pero no podía dejar pasar una fecha tan representativa para la Iglesia como es la del 15 de agosto, que nos lleva directamente a entender que la Glorificación en la experiencia cristiana nace en la libre aceptación de vivir a Cristo en nuestras vidas, al mismo tiempo que se va construyendo un camino muchas veces cargados de sinsabores y no exento de dolor e ingratitud, pero desde la fidelidad y la perseverancia, muletas imprescindibles en este caminar nos llevarán a la Glorificación al igual que aquella que hoy celebramos de Nuestra Madre, la Virgen María.
El próximo domingo te espero en este lugar y te agradezco desde ya el haber compartido conmigo este momento.
¡Que Dios nos bendiga!

Vacaciones

Hola... Terminada la Misa en la Iglesia de mi pueblo, la cual se encuentra en el Centro y está hecha de piedra, cuentan los más viejos del lugar que ellos ya la conocieron siendo niños y que, a su vez, sus abuelos y bisabuelos también les hablaban de esta Iglesia.
Como comprenderás, a través de estas primeras líneas te estoy escribiendo desde el pueblo que me vio nacer y en él estoy disfrutando con mi familia este mes de agosto, caluroso durante el día y refrescante en la noche.
Con mis sobrinos dispusimos un día, después de participar en la Santa Misa, visitar la Capital, cuyo nombre es León. Queríamos ver uno de los Templos más bellos construido en la Edad Media y que es prototipo del más fino gótico; me estoy refiriendo a la Catedral de León. Acaban de hacer una real obra de Ingeniería Moderna, ya que al paso de los años -son más de quinientos-, la polución moderna de las industrias, de los autos,... han creado en la piedra con que fue construida una enfermedad que la va destruyendo paulatinamente; sin embargo, técnicas modernas han logrado fortalecerla, al mismo tiempo que la están limpiando y la imagen que ofrece en este momento es la de una Catedral recién construida.
Cuando llegué a la casa de mi padre, lo primero que me dijeron mis sobrinos fue que teníamos que ir una noche a León para ver la Catedral, porque realmente es algo tan bello que el que la observa queda maravillado. Llegamos a la ciudad de León y lo primero que hicimos fue ir a un típico restaurante donde se venden las “patatas bravas”, calamares, mejillones, pulpo,... aunque parece ser que, después del Mundial, por una temporada los españoles se resisten a comer el pulpo, porque los malpensados creen que fue el pulpo Pool el que les hizo ganar el Mundial en Sudáfrica.
Mis sobrinos y yo -ajenos a este mito y por mi parte extrañando mi pulpo y mis “patatas bravas”- acomodamos una mesa y dimos cuenta de estos y otros suculentos manjares. Para no abrirte el apetito, te contaré que nos levantamos de la mesa, caminamos por una avenida principal que tiene el nombre de un Rey Leonés llamado Ordoño II, y de allí nos encaminamos a la calle de la Catedral; a lo lejos -hablamos de tres cuadras- ya se veía el reflejo de la luz exterior que ilumina este “barco pétreo que surca las llanuras castellanoleonesas”; me estoy refiriendo a la Catedral.
Mucha gente como nosotros se dirigía a ver aquella maravilla nocturna, pero esto te lo contaré, si tú me lo permites, el próximo domingo y durante la semana te tendré presente con afecto y cariño.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!