La vida es una despedida

Hola... Uno de los autores preferidos por mí es el argentino René J. Trossero. No sé por qué, pero al leer sus artículos y sus libros, me siento muy identificado con lo que dice; pienso que es un vehículo que Dios utiliza para llegar a mí, al mismo tiempo responde a muchas de mis dudas y complicaciones.
Pido a Dios que, de igual manera, tú tengas conmigo la misma generosidad de aceptarme cada domingo por unos minutos en tu vida y al compartir contigo mis escritos no hago otra cosa, sino el poder llegar a tu corazón y pensar que en algún momento mis palabras puedan ser un espacio de reflexión y de respuesta a tus preguntas.
Es posible que muchos de mis lectores, a lo largo de su vida, hayan tenido que despedirse en varias ocasiones y no encuentren respuesta al futuro. Por eso me atrevo a pedirte que, junto a René Trossero, leamos estas animosas palabras:
Lo más triste no es despedirse, sino no saber hacia dónde ir... y lo más triste no es despedir al que parte, sino no saber dónde y para qué te quedas.
Si toda la vida es un camino, y toda la vida es una búsqueda, acéptalo, aunque te duela; toda la vida es una despedida.
¡Sólo aprendiste a vivir, cuando aprendiste a despedirte!
Y no habrás aprendido a caminar en libertad, mientras no te hayas despedido de lo andado y lo logrado.
La libertad y la valentía que no tienes para despedirte de todo lo dejado y lo perdido, son la libertad y la fuerza que te faltan para seguir andando.
Despídete, de los padres que ya no necesitas, y cuida de ti mismo haciéndote responsable de tu vida.
Despídete, de los hijos que ya no te necesitan y déjalos ser libres.
Despídete, de lo bueno que viviste, sin apegarte al tiempo que pasó, por temor del presente y del futuro.
Despídete, del mal que cometiste, sin atarte con culpas y reproches; perdónate a ti mismo.
Despídete, de las ofensas que te hirieron sin esclavizarte en la prisión del rencor y la amargura.
Despídete, de los que, muriéndose, partieron, para que dejes esperar su regreso y camines tu camino en la esperanza de encontrarte tú con ellos...
Despídete, deja correr el río de la vida, llevándose las aguas que estás viendo, para que tengan lugar ante tus ojos las aguas que no viste todavía y ya están viniendo...
Te reitero una vez más lo saludable que sería para mí el poder saber que estas palabras llegaron a tu corazón. Por ello te digo: Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

Fuerza Interior

Hola... Quiero que leas con atención este párrafo:
“Nos enfrentamos hoy con el futuro más extraño e impredecible con que se ha enfrentado generación alguna. Tenemos en las manos una gran civilización que salvar... o perder. Ante estas circunstancias nos preguntamos: ¿Alguien, alguna cultura del pasado nos puede ofrecer lecciones aún válidas en el presente? Yo creo que sí”.
El texto que acabas de leer fue escrito el mes y el año que nací, vale decir, mayo de 1956. Hasta la fecha han pasado 54 años; al igual que tú, pienso que hoy en día el texto es cien por cien válido.
En el párrafo se preguntaba si alguna civilización antigua puede ayudarnos a solucionar los problemas de hoy. La respuesta es sí. La más grande civilización anterior a la nuestra fue la griega; ellos también vivieron en un mundo peligroso; eran un pueblo pequeño, eminentemente culto, rodeado de tribus salvajes y siempre bajo la amenaza del más formidable poder asiático: El Imperio Persa.
Sucumbieron los griegos, al fin; más la razón de su ruina no fue el poder de los enemigos exteriores, sino la relajación de la propia fuerza espiritual. Mientras los griegos conservaron incólume esa fuerza interior, su patria fue invencible; y dejaron tras sí tesoros artísticos y filosóficos que todavía nadie ha superado.
Condición básica de todas las hazañas griegas fue la libertad. Esta idea nació en Grecia y, con ella, esta pequeña nación pudo prevalecer a pesar del potencial humano y la riqueza desplegados contra ella.
En Maraton y Salamina las huestes persas, de aplastante poder numérico, sufrieron terribles derrotas bajo el brío inteligente de las pequeñas fuerzas griegas. Allí quedó demostrado que un hombre libre es superior a muchísimos hombres sometidos a un tirano. Y Atenas, donde la libertad era el bien más amado, forjó con su dirección viril tan asombrosas victorias.
No sólo todos los hombres libres participaban en el gobierno, sino que además el amor a la belleza y el deseo de contribuir a su creación, eran compartidos por la mayoría de los ciudadanos.
¿Cuál era la instrucción escolar para los niños? Y la frase que la resume es esta: Se les enseñaba a pensar.
Un romano reflexivo que viajó a Grecia en el siglo II decía: Nadie ha prosperado nunca bajo la democracia, excepto los atenienses. Poseían el dominio de sí mismos y respetaban la ley.
Platón decía: “La libertad no es asunto de leyes ni constituciones”; únicamente es libre aquel que realiza en el fondo de su ser el orden divino, la verdadera norma por la cual el hombre se gobierna y conduce a sí mismo.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

El erizo


Hola... Al atardecer de la semana pasada me dirigía desde la ciudad de León a mi entrañable pueblo San Román de los Caballeros. El trayecto lo hacíamos mi familia y yo en el auto que mis sobrinos han denominado como “canoso”; al volante mi sobrina, cuya maestría en el manejo ha de ser envidiable por los más conspicuos choferes que existan en el mundo; por supuesto que esto lo veo con ojos de tío que adora a sus sobrinos y, en este caso, a mi sobrina Patricia.
Resulta que en cualquier momento cruzan por la carretera unos animalitos que nosotros conocemos con el nombre de erizo; en muchas oportunidades los pobres mueren aplastados en el asfalto porque los choferes no pueden esquivarlos; pero no fue este el caso del erizo que se nos cruzó, por la habilidad del manejo de mi sobrina Patricia y, además, es impresionante la vista de lince que tiene mi sobrino Pablito.
Aplaudida la acción, les conté a mis sobrinos aquella fábula en la que se relata cómo hace miles de años, en la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del enorme frío; sin embargo hubo un animal, el erizo, que se dio cuenta de cómo la situación se convertiría en catastrófica si no hacían algo al respecto. Pasó la voz de alarma a todos los erizos y decidieron unirse en grupos, de esa manera se aliviarían y se protegerían entre sí produciéndose calor, pero las espinas de cada uno de ellos herirían sus cuerpos.
El caso es que, por las espinas, las heridas les hicieron tomar la decisión de alejarse unos de otros, al mismo tiempo que se veían cómo se morían congelados. Entonces tuvieron que hacer una elección: Aceptaban las espinas de sus compañeros o simplemente desaparecerían de la faz de la tierra. Por supuesto que primó el criterio sabio y la decisión de volver a estar juntos. Es cierto que se producían pequeñas heridas, pero poco a poco, por ese espíritu de sobrevivencia supieron ajustar sus espinas unos a otros, de manera que el calor que causaban al estar juntos, siempre era mucho más grande que los pequeños inconvenientes que les pudieran ocasionar las espinas.
Transcurríamos en estos menesteres antes de llegar al pueblo y la avidez de la historia y la intuición de mi sobrino, nos hizo llegar a esta conclusión: Las personas no somos perfectas; por lo tanto, es importante en la vida de comunidad aprender a vivir con los defectos de los demás y, por supuesto, valorar y admirar sus cualidades.
Yo te digo: Todos tenemos espinas, pero también todos podemos producir calor humano y eso es lo que importa.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

Plaza del Obradoiro

Hola... La semana pasada nos quedábamos a las puertas de la Catedral de Santiago de Compostela, en la inmensa plaza llamada “Plaza del Obradoiro”. En ella a cualquier hora del día y de la noche podemos encontrar a cientos de peregrinos, venidos de todo el mundo, recorriendo el Camino de Santiago.
El domingo pasado te conté que había recorrido con mi familia los últimos metros que transcurren por la ciudad de Santiago, antes de llegar a la Plaza del Obradoiro e ingresar al templo. Al conversar con los peregrinos, sentado en la escalinata que da acceso a la puerta principal, pude conversar con un anciano lugareño por un largo rato, quien me contó muchas de las historias y anécdotas que constituyen por sí mismas un inmenso testimonio de una de las realidades de fe más palpable de la historia de nuestra Iglesia.
Le pregunté al lugareño cuál es la historia de aquellos lugares santos y me comentó que los discípulos del Apóstol Santiago, quienes habían traído su cuerpo hasta ese lugar, pidieron a la señora Lupa -que habitaba en Castro Lupario, a dos leguas de Iría- terrenos para enterrar el cuerpo del Apóstol. Ésta les autorizó que en sus tierras del Monte Illicino, hoy “Picosagro”, recogieran lo que fuera útil para darle sepultura al santo.
El anciano también me dijo que aquel sitio quedó olvidado por cerca de 800 años y cuentan que un anacoreta -que decía Misa a los 200 moradores de la Iglesia de San Fiz de Solovio- vio, en noches sucesivas, una estrella alumbrando persistentemente sobre un alto roble que se erguía enhiesto en medio del monte, oyendo al mismo tiempo armonías sobrenaturales. Notificado el suceso al Obispo de Iría, a cuya Diócesis pertenecía el lugar, quiso comprobar el prodigio por sí mismo y se dirigió prestamente al sitio, acompañado de mucha gente. Esto ocurría, según los historiadores, un 25 de julio del año 813; el Obispo se llamaba Teodomiro.
Tantos fueron los prodigios atribuidos al Apóstol Santiago, que los pueblos de Europa tenían a honra el poder ir a postrarse en la Basílica Compostelana. Todo Europa miraba a Santiago de Compostela, no sólo como centro de cultura, sino, lo más importante, como centro de religiosidad.
Para la historia de este lugar, debemos reconocer la fuerza que le dio el Papa León III, quien confirmó el hallazgo de los restos del Apóstol Santiago y pidió a los Obispos del mundo que, acompañados de sus feligreses, se dirigieran a este lugar.
Entre los grandes Santos que nos relata la historia que llegaron a Santiago de Compostela está San Francisco de Asís, quien, incluso, fundó una Iglesia y un Monasterio en esta ciudad.
Muchas cosas más me contó aquel anciano, pero por el espacio nos remitiremos hasta la próxima semana.
Te recuerdo nuestra particular peregrinación al Divino Niño (Colombia) y a la Virgen de Guadalupe (México), llamando a estos teléfonos: 444-9393 y 717-5555.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!