"Disfruta lo que haces con creatividad".



Hola... hace escasamente cinco minutos acabo de regresar del centro de la ciudad, e instalado en mi casa observando el jardín de mi oficina pienso en cuan bella es el alma de cada una de las personas que en este mundo aportan desde su creatividad, algo de lo cual la humanidad se pueda sentir orgullosa.
Te cuento: Visitaba en el Convento de San Agustín al hermano Carlos y de regreso a mi casa, aquí en la Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, tomé en el centro de la ciudad un taxi. Este carro estimo que es del año 90; es un carro amplio, confortable, limpio, muy limpio, extremadamente limpio y reluciente. Por supuesto que me llamó la atención porque en algunos casos las movilidades de transporte público no guardan ni de lejos estas características, vale decir limpio, ordenado, completo... Le pedí al taxista si por favor podría sentarme en la parte de adelante y me indicó que estaba en mi casa y que gustoso aceptaría el lugar donde yo me sentase. Me senté en el asiento delantero junto al chofer y él gentil, estaba impecablemente vestido de saco y corbata, limpio, ordenado y se me permiten, como su carro reluciente. ¿Para qué? Yo te digo que estaba entre confundido y al tiempo enormemente satisfecho porque había encontrado un espacio y a una persona que transmitían luminosidad y positivismo.
Resumiré algunos conceptos de lo sucedido en un trayecto de más de una hora, pero cabe resaltar, a vuelo de pájaro, que me indicó si deseaba conversar o leer algún periódico al tiempo que me ofrecía periódicos de noticias, de farándula y de deportes. También me indicó que tenía algún libro, al tiempo que me ofreció si deseaba tomar un refresco o algo similar.
Para esto comprenderás que yo me encontraba ya en un círculo atmosférico superior a los cien mil metros; no sabía si estaba en el planeta tierra o en el centro de Lima, o había tomado una nave espacial.
Señor me dijo: desea usted escuchar música; aquí tengo gran variedad, romántica, del recuerdo, tecnocumbia, o si prefiere noticias. En la radio puedo indicarle qué emisora escuchar, o si gusta usted mismo puede ponerla.
Ahora mismo al escribirte estas líneas estoy en mi casa y no quería que pasase ni un sólo segundo para transmitir la lección que me dio este amigo taxista. Me dijo: hasta hace dos años este era un carro de taxi normal hasta que YO me propuse convertirlo en un servicio “LIMUSINA”. Este cambio radical dependía de mi actitud o quejarme de mi carcocha y de todo lo que la rodease o con una actitud positiva de mi mente, hacer que personas como usted al bajarse del carro hayan recibido el servicio de una limusina. Yo no le voy a cobrar más; simplemente quiero que salga satisfecho de mi trabajo.
Hay más cosas que te voy a contar en los próximos domingos. Sólo me resta indicarte que cuánto haríamos por el Perú si convirtiéramos nuestro centro de trabajo en una expresión de creatividad.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

El corazón de un artista



Hola... Una de las ventajas que tiene la mudanza es el reencuentro que sucede con aquellos “viejos amigos” que, por las vicisitudes de la vida, quedaron arrinconados en algún mueble de tu sala. El caso es que, sentado en la silla de mi oficina, observaba el bello jardín que puedo disfrutar desde este lugar y sobre mi escritorio se encontraba el libro de un viejo amigo que falleciera hace años, tras un accidente de carretera, cuando se dirigía con alimentos y ropa para ayudar a los damnificados del Sur.
El libro del Hno. Julio Corazao me hizo compartir esta historia que él hace años escribiera:
“Nos cuenta que fue a una reunión social en la cual un grupo de señoras conversaban acerca de las bondades y bellezas del jardín de la casa. La dueña indicaba que, realmente, su jardinero era un artista. Yo, dice Julio, movido por la curiosidad fui a ver el jardín y pude constatar que es uno de los jardines más bellos que he visto en mi vida. Regresando al grupo de señoras, les escuché comentar de los jardineros que cada una de ellas tenía en su casa. A los pocos días decidí regresar al jardín de la dueña para, personalmente, conocer al jardinero. Era un jueves y allí estaba cuidando con delicadeza y maestría su jardín.
Me comentó que, desde niño, había aprendido el oficio de jardinero, de su padre y de su abuelo, y que realmente su vida era la jardinería.
Después de un largo rato de conversación, a la vez que él continuaba en su trabajo, me dijo que, por hoy, había terminado y que regresaba a su casa. Me ofrecí -dice el Hno. Julio- llevarlo a su casa; me dijo que vivía en un pueblo joven y hasta ese lugar llegamos. ¡No podía creerlo! El jardinero viviendo en un arenal, el enamorado de las plantas rodeado de arena y tierra, el artista del jardín viviendo en una casa de esteras y cartones.
El jardinero manifestó: La señora siempre me habla de plantas y de flores, sobre el jardín y los árboles, pero nunca me ha preguntado sobre mí y mi familia. A sus amigas siempre les muestra el jardín, pero nunca le ha mostrado a alguno de mis hijos, porque ni siquiera sabe que existen. Todas me dicen que soy un artista; sin embargo, vi a la señora pagar por un cuadro y, al mismo tiempo, pude comprobar que esa cantidad significaría mi sueldo de cuarenta años. Por ello, es difícil entender que yo sea un artista”.
Yo pensaba, viendo el entorno: ¡Cuán hermoso era el jardín...! y ¡cuán pobre era el jardinero...!
Dejé el libro del Hno. Julio sobre el escritorio, observé detenidamente el hermoso jardín que tengo ante mis ojos y, una vez más, comprobé que si el jardín es bello, más bella es el alma del jardinero que sabe transmitir en su obra la belleza que lleva en su interior.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

El camino a la Santidad





Hola... Apenas fueron 33 días en la década de los 70, la ciudad de Roma lloraba la muerte del Papa Pablo VI, al mismo tiempo que esperanzados, los romanos y los habitantes del planeta pedíamos al Señor que el Pastor de nuestra Iglesia continuase con acierto los logros de sus antecesores. Y el Señor nos concedió una ráfaga de viento fresco en la inconfundible sonrisa de Albino Luciani (Juan Pablo I). Apenas fueron 33 días, pero en ellos se creó el espacio para recibir al Papa Magno (Juan Pablo II).
La presencia de Karol Wojtyła fue tan arrolladora que muchos ya nos olvidamos. Era un hombre muy humilde y su sabiduría surgía de las entrañas mismas del ser humano. Lo sencillo lo convertía en divino, lo simple lo hacía grandioso. Hablaba como habla el hombre del campo, con franqueza y con sencillez. Sus escritos son tan sencillos y tan fáciles de entender que constituyen un lindo camino para poder recorrerlo y encontrarnos con el Señor.
Para muchos el tema de la confesión es hoy si no olvidado, al menos pareciera relegado a un cuarto o quinto lugar en la vida de los cristianos. ¡Qué pena que perdamos un espacio tan bello en nuestra vida y en nuestro camino de santidad!
Volvemos a Luciani; el 30 de mayo de 1976, dos años antes de ser consagrado Sumo Pontífice, siendo Patriarca de Venecia, fue a decir Misa a la Iglesia de los Capuchinos de Padua y en su homilía decía: -Todos somos pecadores, hay que tener presente esta triste realidad. Nadie puede evitar por mucho tiempo faltas pequeñas o grandes, pero como decía San Francisco de Sales: “Si tu asno cae en el camino ¿qué haces?, no lo vas a moler a palos, pobrecillo, bastante tiene con haberse caído. Tienes que cogerlo por el cabestro y decirle: Arriba, seguimos el camino y la próxima vez estaremos más atentos”.
Un Sacerdote, amigo mío, me comentaba que la gente le decía a Albino Luciani: -“Padre, me gusta que me confiese, pero usted es de manga muy ancha” (esta expresión española hace referencia de una persona que aparentemente es muy permisible, que por él cuela todo). Y Monseñor Luciani decía: -Pero, hijo mío, quien ha sido de manga ancha es el Señor; no soy yo el que murió por los pecados, fue Jesús quien lo hizo, bien ancho de manga que fue con el ladrón y con los demás. Jesús, por una parte se enfrenta con el pecado, pero por otra no lo hace, sino que se encuentra con los pecadores. El Señor no quiere el pecado, pero tiene misericordia de los pecadores. Es Jesucristo quien, desde la Cruz, le dice al buen ladrón: -Hoy estarás conmigo en el paraíso. Igual que a la mujer adúltera: -Tampoco yo te condeno, vete y en adelante no peques más.
El próximo domingo te cuento más cosas del Papa Juan Pablo I.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!

La respuesta a la muerte


Hola... Te cuento que hace treinta años comencé a celebrar la Eucaristía en la Capilla de la Clínica Padre Luis Tezza. Con la gracia de Dios, domingo tras domingo, he podido compartir la Eucaristía con los enfermos, sus familiares,... que, a través de los parlantes, escuchan la Misa en sus habitaciones y hay personas que acuden a esta bella Capilla para -juntos- unirnos en oración y vivir el más bello misterio de nuestra fe: La Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.
Desde hace algunos meses, al vivir en la Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, la distancia que hay hasta la clínica me permite llegar a ella caminando y en la Capilla celebrar la Santa Misa.
En esta oportunidad lo que voy a contarte me sucedió el lunes pasado, Festividad de Todos los Santos. Se acercaba la hora y prácticamente me era imposible caminar hasta la clínica, por lo que decidí tomar un taxi. Te contaré que fue Providencial y al usar esta palabra, le doy el significado de que la mano de Dios, una vez más, la sentí en mi camino. Apenas son unos minutos los que se necesitan para cubrir esa ruta; sin embargo, fíjate de qué forma transcurrieron:
Al entrar en el taxi observé que junto al espejo retrovisor, en cada lado, había un muñequito y los dos se bamboleaban al ritmo del carro; me llamó la atención y le pregunté al chofer el significado de esos muñequitos y me contestó que representaban y tenían el nombre de sus dos hijos y que éstos le regalaron diciéndole: -“Papi, cada vez que los veas estamos seguros que estarás pensando en nosotros”.
Mi hija tiene dieciséis años y mi hijo diez; hace cuatro años murió mi joven esposa de un fulminante ataque al corazón; para ese momento mis hijos tenían doce y seis años respectivamente. Comprenderás que el mundo se me vino encima; le pregunté a Dios cómo era posible que fuera tan injusto y pensé que la bondad de la creación era un simple aviso publicitario que sólo a los ingenuos les podía convencer.
Transcurrían los minutos, nos acercábamos a la Clínica Tezza, yo sentía que la necesidad de aquel hombre -en la sabiduría de un hombre común y normal- no podía despreciarla, porque me estaba dando la clave de lo que millones de personas en el mundo buscan con ansiedad: La respuesta a la muerte.
Me dijo que, pasado algún tiempo, comenzó a entender a través de sus hijos, principalmente, de cómo su esposa seguía viviendo y quizá con más fuerza en cada uno de los momentos de sus vidas. Su hija le dijo una vez: ¿Papá, te has dado cuenta cómo mi madre nunca nos abandona? Somos una familia ordenada, nos queremos, evitamos excesos, vivimos en paz con todos, nos estamos superando,... Y esto sólo es posible porque mi mami nos está guiando desde el cielo.
Nosotros también hemos llegado a nuestro final, pero por el día de hoy, porque el próximo domingo regreso contigo.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!