Hola... Te cuento que hace treinta años comencé a celebrar la Eucaristía en la Capilla de la Clínica Padre Luis Tezza. Con la gracia de Dios, domingo tras domingo, he podido compartir la Eucaristía con los enfermos, sus familiares,... que, a través de los parlantes, escuchan la Misa en sus habitaciones y hay personas que acuden a esta bella Capilla para -juntos- unirnos en oración y vivir el más bello misterio de nuestra fe: La Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.
Desde hace algunos meses, al vivir en la Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, la distancia que hay hasta la clínica me permite llegar a ella caminando y en la Capilla celebrar la Santa Misa.
En esta oportunidad lo que voy a contarte me sucedió el lunes pasado, Festividad de Todos los Santos. Se acercaba la hora y prácticamente me era imposible caminar hasta la clínica, por lo que decidí tomar un taxi. Te contaré que fue Providencial y al usar esta palabra, le doy el significado de que la mano de Dios, una vez más, la sentí en mi camino. Apenas son unos minutos los que se necesitan para cubrir esa ruta; sin embargo, fíjate de qué forma transcurrieron:
Al entrar en el taxi observé que junto al espejo retrovisor, en cada lado, había un muñequito y los dos se bamboleaban al ritmo del carro; me llamó la atención y le pregunté al chofer el significado de esos muñequitos y me contestó que representaban y tenían el nombre de sus dos hijos y que éstos le regalaron diciéndole: -“Papi, cada vez que los veas estamos seguros que estarás pensando en nosotros”.
Mi hija tiene dieciséis años y mi hijo diez; hace cuatro años murió mi joven esposa de un fulminante ataque al corazón; para ese momento mis hijos tenían doce y seis años respectivamente. Comprenderás que el mundo se me vino encima; le pregunté a Dios cómo era posible que fuera tan injusto y pensé que la bondad de la creación era un simple aviso publicitario que sólo a los ingenuos les podía convencer.
Transcurrían los minutos, nos acercábamos a la Clínica Tezza, yo sentía que la necesidad de aquel hombre -en la sabiduría de un hombre común y normal- no podía despreciarla, porque me estaba dando la clave de lo que millones de personas en el mundo buscan con ansiedad: La respuesta a la muerte.
Me dijo que, pasado algún tiempo, comenzó a entender a través de sus hijos, principalmente, de cómo su esposa seguía viviendo y quizá con más fuerza en cada uno de los momentos de sus vidas. Su hija le dijo una vez: ¿Papá, te has dado cuenta cómo mi madre nunca nos abandona? Somos una familia ordenada, nos queremos, evitamos excesos, vivimos en paz con todos, nos estamos superando,... Y esto sólo es posible porque mi mami nos está guiando desde el cielo.
Nosotros también hemos llegado a nuestro final, pero por el día de hoy, porque el próximo domingo regreso contigo.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!
Desde hace algunos meses, al vivir en la Parroquia de Nuestra Señora del Consuelo, la distancia que hay hasta la clínica me permite llegar a ella caminando y en la Capilla celebrar la Santa Misa.
En esta oportunidad lo que voy a contarte me sucedió el lunes pasado, Festividad de Todos los Santos. Se acercaba la hora y prácticamente me era imposible caminar hasta la clínica, por lo que decidí tomar un taxi. Te contaré que fue Providencial y al usar esta palabra, le doy el significado de que la mano de Dios, una vez más, la sentí en mi camino. Apenas son unos minutos los que se necesitan para cubrir esa ruta; sin embargo, fíjate de qué forma transcurrieron:
Al entrar en el taxi observé que junto al espejo retrovisor, en cada lado, había un muñequito y los dos se bamboleaban al ritmo del carro; me llamó la atención y le pregunté al chofer el significado de esos muñequitos y me contestó que representaban y tenían el nombre de sus dos hijos y que éstos le regalaron diciéndole: -“Papi, cada vez que los veas estamos seguros que estarás pensando en nosotros”.
Mi hija tiene dieciséis años y mi hijo diez; hace cuatro años murió mi joven esposa de un fulminante ataque al corazón; para ese momento mis hijos tenían doce y seis años respectivamente. Comprenderás que el mundo se me vino encima; le pregunté a Dios cómo era posible que fuera tan injusto y pensé que la bondad de la creación era un simple aviso publicitario que sólo a los ingenuos les podía convencer.
Transcurrían los minutos, nos acercábamos a la Clínica Tezza, yo sentía que la necesidad de aquel hombre -en la sabiduría de un hombre común y normal- no podía despreciarla, porque me estaba dando la clave de lo que millones de personas en el mundo buscan con ansiedad: La respuesta a la muerte.
Me dijo que, pasado algún tiempo, comenzó a entender a través de sus hijos, principalmente, de cómo su esposa seguía viviendo y quizá con más fuerza en cada uno de los momentos de sus vidas. Su hija le dijo una vez: ¿Papá, te has dado cuenta cómo mi madre nunca nos abandona? Somos una familia ordenada, nos queremos, evitamos excesos, vivimos en paz con todos, nos estamos superando,... Y esto sólo es posible porque mi mami nos está guiando desde el cielo.
Nosotros también hemos llegado a nuestro final, pero por el día de hoy, porque el próximo domingo regreso contigo.
Gracias por llegar hasta aquí. ¡Hasta la próxima semana! ¡Que Dios nos bendiga!
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